martes, 6 de abril de 2010

El mejor vendedor de candados del mundo y el capitán chupichachi

Hola, club de fans, y gracias a los que ayer pasasteis por el gimnasio para darnos apoyo.

No sé por dónde empezar. Empezaré por decir que son casi las 12 y me voy a ir a dormir, pero ha sido un primer día suficientemente lleno de anécdotas como para varias entradas de blog.

Para empezar, teníamos que ir a comprar los candados para las taquillas, y aquí un servidor ha entrado en la tienda, ha colocado sus manos sobre el mostrador, ha mirado a los ojos al vendedor y ha preguntado: "Vendes candados?". D.S. ha dicho: "Tío...". No bastaba con que la tienda fuera de un cerrajero y en la puerta pusiera: "cierres y aperturas", sino que yo estaba literalmente al lado de un mostrador con tres millones de candados, que de algún modo escaparon a mi campo visual. Menos mal que el vendedor se enrolló y dijo "sé que lo has hecho para ponerme a prueba". En resumen, fuimos a comprar candados y acabamos hablando de gimnasios. Hemos tardado 20 minutos en comprar un candado, pero si algún día necesitáis uno, nosotros os decimos dónde ir...

Luego fuimos al gimnasio y, tras proceder a hablar con nuestro club de fans, escuchamos algo que por fin dio sentido a los colorines y a la purpurina del local: "chicos, aquí todo el mundo es gay". Nos acercamos a nuestro entrenador, que se estaba despidiendo de dos clientes: "adiossss guappoooossss". Esto va a ser pintoresco.

No tuvimos otra cosa que hacer que seguir las instrucciones: "haced 25 minutos de bici", y decidimos montarnos una etapa clásica Tour de France en un día malo. Los 25 minutos más largos de nuestra vida. Pusimos un programa automático de "fitness-vas-a-morir", y los pedales parecían los engranajes del Titanic. D.S.: "creo que cuando esta máquina pita es que son tus últimos diez segundos de vida".





Lo bueno es que la flora y fauna del sitio da para varias distracciones. Hay un punto extraño pasado el dolor en el que se mezcla la risa con el esfuerzo, y se pierde la dignidad.

Luego nuestro super entrenador chachi nos puso una tabla de ejercicios que procedimos a ejecutar con rigor:






(Lo siento por la siguiente, tío, tenía que hacerlo)





Y, al terminar, nos fuimos al vestuario, donde un gimnasta de nimio pantalón, esculpido físico, y camiseta de tirantes a rayas rosas y marrones hablaba por teléfono: "chupichachi, ssssiii, jopetilines, pues naaada guaapo, me doy la duchita y voy a cassa".

Sé que tenemos por delante ocho meses de muuuuuchas anécdotas. Lo bueno es que el Jueves yo voy a ir a clase de abdominales, y D.S. a clase de Spinning. Si sobrevive (me han dicho que es mortal), haremos nuestro circuito. Y ya tenemos una meta volante: mes y medio de circuito de máquinas. Que él os cuente lo divertido que es jugar con los pesos: cuando 5 kilos parecen poco pero deseas que fueran 3.

J.V.



1 comentario: